martes, 6 de abril de 2010

CUANDO LLUEVE EN LA CIUDAD...

Cuando llueve en la ciudad, sobretodo después de tanta sequedad, no hay actitud más justa que dar gracias a Dios, y alegrarse porque las plantas y animales de áreas públicas (en las grietas de las aceras, techos descuidados, junturas de los puentes, alcantarillas y un sin fin de sitios insospechados), los jardines particulares y comunitarios, y los pocos o muchos espacios semisilvestres o silvestres que aún sobreviven al concreto y al asfalto, podrán tener una fuente de frescor y vital hidratación.

Alegrarse sí, por lo que se pueda aprovechar de esta bendita lluvia, incluso para el mismo ser humano. Pero también entristecerse, si cabe, porque mucha de esa agua no es "aprovechada" por la tierra: Corre por estructuras duras, refractarias, por canales de oscurecido cemento, que impedirán al agua vivificar el subsuelo. Sin la esponjosa superficie que ofrecería la tierra alfombrada por la dúctil vegetación, el agua corre sin sentido y se "rompe" el ciclo natural, que como danza nupcial, realizada desde siglos, la naturaleza y sus criaturas han bailado bajo la nota de cada gota chocando contra todo: Tierra, hojas, piedras, piel, pelos, agua e incluso fuego, para dominar la avaricia de este último.

Cuando llueve en la ciudad, irremediablemente el agua que cae del cielo, al llegar al suelo se mezclará con sustancias hostiles y caprichosas: Grasa, gasolina, gasoil, venenos, incalculables combinaciones moleculares, fabricadas por la industria del hombre, de consecuencias desconocidas...

Cuando llueve en la ciudad, el rastro de la humanidad, "gloriosamente" industrial, arrastrado o mezclado, re-ensucia a la misma ciudad o migra a ecosistemas lejanos, llevándole su inmundicia: Bolsas, mil recipientes de todos los colores y formas, ya depauperados, todos de plástico, pero también vidrio, escombros, metales, barro... Barro que manifiesta a un ambiente vulnerado, vejado, una y otra vez...

Pero entre alegrarse o entristecerse, elijo alegrarme, reír, gozar, bailar, porque llueve... Como hacen los niños, como canta la canción: Que llueva, que llueva... Porque, a pesar del "rastro", habrá vida: Nacimientos, amores, idilios, "resurrecciones", purificación... Todo esto, porque la lluvia es una bendición, un regalo de Dios.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas plantas silvestres nos ayudan a espantar plagas de nuestros jardines como el llamado diente de león. La ortiga
es ideal para preparar purines y fortalecer todas las plantas... Y qué sería de ellas sin estas lluvias.

Marta Elvira Guerrero.

Argenis M. Ramos O. dijo...

Muy cierto Marta. Muchas gracias por la acotación :)

Anónimo dijo...

¡¡¡Totalmente cierto, no queda más que agradecer a Dios, porque por fin llegaron las lluvias!!!

Mercedes Sergheiev.