domingo, 21 de septiembre de 2008

En las Alturas

Mientras escribo y edito, no puedo dejar de ver, en la televisión, "El Señor de Los Anillos", en su capítulo "Las Dos Torres". No dejo de ir y venir, con el pensamiento, una y otra vez, al Medioevo, cada vez más rehabilitado (si es que alguna vez hubo que rehabilitarlo), después de tantos "dimes y diretes" sin base histórica. Lo cierto, es que fue una era de valentía y altos ideales y, a pesar de las miserias humanas, que nunca dejarán de hacerse presente, en la historia de hombres y mujeres, la verdad, es que fue una era de gloria. Gloria de Dios y de no pocos hombres y mujeres... Pero sigamos de vuelta con la edición de esta página: "En las Alturas" (me refiero al tercer piso donde vivimos) no es fácil mantener un jardín y menos un vivero. Tampoco, hay árboles en los alrededores cercanos. No sé por qué, pero por donde vivo, en casi la totalidad de las calles, no hay árboles. Esto hace que el ambiente sea muy hostil. De manera, que aunque llueva a cántaros todo un día, si al día siguiente amanece despejado, todo se seca. Y, si son dos días de sol brillante, entonces todo se reseca terriblemente. No hay nada que detenga este calor tan abrasador... O casi nada. Porque desde que llegamos con nuestra carga de plantas, no hemos hecho más que luchar contra esta característica del medio, por demás artificial, en el que vivimos. Desde una barrera de pliegos de malla, hemos levantado, hasta lo que hoy es la estructura del vivero.





Retazos de selva tropical

A pesar de este ambiente nada ventajoso, en las alturas del "Isabel" (así se llama nuestro edificio), ha cuajado un "trozo" de la selva tropical. Para muestra, nuestra pequeñísima colección de bromelias. Lo de "colección de bromelias" es una broma, puesto que sólo tenemos dos tipos de ellas. Dos (de una variedad) vinieron con nosotros, cuando nos mudamos, y ahora son cinco (en estos tres años nacieron y maduraron tres retoños). Estas bromelias estaban a pleno sol y, aún así, perseveraron. Hace poco, separé a las cinco. Coloqué a tres en macetas y dos en soportes, y ahora están a la sombra. Se ven bastante bien. Al otro ejemplar de bromelia (confieso mi pecado), la tomé de la montaña, en mi última excursión al Ávila, camino a "Los Venados". La verdad, es que estaba a la mano, en el tronco de un pino, y no pude rechazar la tentación. Esta última se ha adaptado de maravilla, puesto que ha crecido el doble desde que llegó a su nueva casa. No es el tipo de bromelia por la que te cobran una pequeña fortuna en los viveros comerciales, pero tiene su encanto. Esta y una de las cinco, yacen en un tronco (que habían deshechado de un vivero), que sirve, a su vez, de apoyo a una trepadora.
De todos modos la pelea por "las condiciones óptimas" no termina, pero, por ahora, hemos hecho importantes avances por convertir un tercer piso con sol inclemente, en un retacito de bosque tropical.
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Fotos
En la primera foto está la avileña y una de las tres que nacieron y crecieron bajo el sol intenso de este lado de Caracas. La segunda foto muestra el ambiente urbano en el que viven nuestras epífitas. La bromelia de esta foto, fue retirada de ese sitio (porque el sol se cuela como le place) y ahora está sembrada en una maceta, a la sombra.



Nota: Queridísimos lectores, si tienen tiempo y disposición, les animo a escribir un comentario, aunque sea breve. Que estén bien.


Argenis Ramos.