sábado, 24 de enero de 2009

Arte y Jardinería

Propuesta de diseño para los jardines del Dispensario S. Alfonso Ma. de Ligorio (Caracas, Venezuela)


Detalle del "jardín 4" del Dispensario S. Alfonso Ma. de Ligorio
Queridísimos lectores, comenzamos el nuevo año entre diseños paisajísticos y un universo de posibilidades para seguir ganando experiencia en el arte de la jardinería. En estas líneas, voy a escribir sobre algo que a mí me parece fascinante: Editar diseños, sobretodo cuando no cuentas con un programa virtual de arquitectura, y, aunque lo tuvieras, no estás familiarizado con él. En mi caso, si bien dibujar no se me hace difícil, una cosa es hacerlo sobre el papel, y otra "sobre" el monitor. En tal sentido, en la era de las computadoras personales y la internet, una cosa termina llevándote a la otra. Tanto para el aficionado como para el profesional de la jardinería, dibujar, diseñar, programar, es una "obligación", que facilita, primero pre-visualizar lo que se quiere hacer y cómo se debe hacer; y, posteriormente, la labor de mantenimiento. Cierto es que la naturaleza tiene su parte importante en la formación y consolidación de un jardín, pero definitivamente hay que "ponerse" de acuerdo con ella para que todo vaya bien. Además, debe tomarse en cuenta que la "madre naturaleza" para nada improvisa, y que en su dominio hay un justo equilibrio. Equilibrio, que no siempre los hombres conocemos o respetamos. Pero sigamos con el arte. "Dibujar" un jardín, te ayuda a comparar virtualmente matices, dimensiones, proporciones. Dibujar, más aún, te hace soñar y deleitarte con aquello que todavía no es, pero que con arduo trabajo llegará a serlo.

Pensar en...
Pensar en cómo tu familia o el cliente, no sólo van a hacer uso del jardín, sino en cómo lo van a disfrutar. Y en esto del disfrute, la razón última es que el jardín nos llene de felicidad, tanto en el ámbito sensible como en el espiritual, ya sea preparando una parrillada, paseando por él, contemplando como el jardín es fuente de vida para otras creaturas, o un sinfín de cosas más. Pensar en la distribución de las especies vegetales, en su adaptación e interacción con las otras plantas del jardín. Pensar en corregir inconvenientes como continuas corrientes de aire, o mucha o poca humedad, o facilidades para el riego, o el mantenimiento del terreno sembrado. Pensar incluso en la flora o fauna autóctona con la que este micro ecosistema va a relacionarse. Y así, habrá que tomar en cuenta muchos aspectos y detalles más.

Al final...
Lo más apasionante es llevarlo a cabo. Y una vez que lo has hecho, entonces, viene la espera por la consolidación. Es posible, que algunas veces el resultado final difiera, en pequeños detalles, del boceto original, pero siempre será satisfactorio. Con el tiempo, siempre será perfeccionable el paisaje inicial. Y así, como la misma naturaleza, a la que no deja de pertenecer, el jardín se renueva como una obra de arte viviente.