martes, 24 de agosto de 2010

"RESURRECCIÓN"

Fue el resultado de la limpieza en el jardín de un cliente. Siempre me cuesta echar a la fúnebre bolsa de plástico los restos vegetales (por eso de que podrían ser convertidos perfectamente en humus de muy buena calidad, en vez de ir a parar al relleno sanitario), no digamos ya troncos y tronquitos esquejables o plantas enteras. Sin embargo, esta bromelia ya estaba bastante avejentada y deteriorada. Finalmente, decidí no enviarla a la fosa de polietileno, sino a mi maletín de herramientas.

En casa, todavía tuvo que esperar algún tiempo para ser ubicada. Así que pasó algunos días en depósito, al resguardo del sol directo. Al final, la coloqué en un recipiente con agua para que enraizara (práctica más que heterodoxa para una bromelia).

Sin embargo, a los pocos días, sucedió algo increíble. Aquella bromelia mortecina empezó a mostrar una floración emergente. ¡No podía ser!... ¡Pues sí! Así era y así es (porque sigue en maduración la vara floral). Posiblemente, los expertos tendrán la respuesta más adecuada para esta "resurrección". Para mí, apurando un poco la poesía, simplemente, ha "sonreído".







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domingo, 15 de agosto de 2010

ÁVILA: ¡¡¡QUÉ COSA...

Esa montaña se me ha metido en el corazón!!!


Crecí, casi sin darme cuenta, con Ella como telón de fondo.
Progresivamente, en la misma medida, que la reconocía, la amé.
Empecé a jugar en sus faldas, aquellas que acariciaban a mi bella Macuto.
Subía por sus cerros, corría por entre sus cujíes y cactus. Sus espinas, no me podían hacer nada, porque me había hecho amigo de la Montaña.
Me deslicé por sus quebradas, salté de roca en roca. Rocas como grandes platos. Y bajaba, sin saber adónde llegaría. Y, finalmente, llegaba a algún alcantarillado de mi bella Macuto.
Luché por conocerla más. Luché por entrar a ella, hundirme en sus brazos de matrona regia.
Luché contra los miedos de mi madre, que desconfiaba de su sobrecogedora grandeza.
Luché y vencí, y la caminé. Fue una locura, la subía a cualquier hora, incluso con el sol achicharrante del mediodía.
Pasé de la caminata serena al trote y la reté... Y ella se dejó ganar algunas veces. Y me sentía un titán.
Luego, empezó el enamoramiento, el subyugamiento.
Dormí en su regazo, me mostró sus estrellas, aquellas que le acompañan en las largas y frías noches.
Me seguí enamorando, me seguí adentrando.
Ella me abrió sus senderos, me mostró sus musgos, sus helechos entre las piedras, sus pinares, su bosque caducifolio, sus bosques de galería, su bosque nublado, su páramo (técnicamente: Subpáramo).
Recuerdo, que a los 17 años, para impresionar a una novia, le describí en una carta, una ficticia excursión a la Montaña. Y no era mentira, ficticia porque realmente no había hecho la excursión, pero... ¡Era mi sueño, mi anhelo! ¡De tanto soñarla, podía describirla perfectamente!
Y cuando empecé a subirla, más y más y más, la vi de nuevo... ¡Era mi relato a esa novia! ¡Era verdad, sus musgos, sus helechos entre las piedras, sus pinares, su bosque caducifolio, sus bosques de galería, su bosque nublado, su páramo!
¡Galipán, Los Venados, Mirador La Zamurera, La Silla, Lagunazo, Pico Naiguatá, Pico Oriental y Occidental, La Fila! ¡Wao y re-wao!
Acompañarla en las noches, arroparme en su suelo, bañarme en sus aguas con el frío cortante ¡Y de noche!
Y quise mostrarle mi Amada a otros, y organicé excursiones y acampadas con chamos y más chamos. Y, entonces, otros empezaron a vivir mis amores con la Montaña. Esa Montaña, no otra.
No sé explicar este amor, esta pasión, esta devoción por Ella.
Pero la río, la lloro, la sufro... ¡La amo!
Y yo, un marino, no puedo vivir sin mi Montaña...
He visto sus árboles cargados de orquídeas. Ahora sé que eran cattleyas mossiae. ¡Qué espectáculo!
¡Su manto de nubes contemplado desde el Naiguatá, subir el Oriental desde el este de la Fila Maestra, bajar por el Oriental, como cabra, hasta la Cota Mil!
¡Loco, mil veces loco!
!Quedarme sin agua y comida en acampadas, pasar una mega tormenta (aguacero, rayos, truenos y vientos) en el Pico Goering, en una noche cerrada y precipicio de lado y lado. Y levantarme en la mañana y ver el cielo azul como nunca y a Caracas de un lado y al Mar Caribe por el otro. Subir por Caracas y bajar por Macuto, subir por Macuto y bajar por Caracas! ¡Wao y mil veces re-wao!
¡Qué más te puedo decir! ¡Miles y miles de cosas más!
Pero hay otras que se me escapan... Las del alma.
En Ella aprendí a hablar con mi Señor Dios. En Ella me hice fuerte y prudente (bueno, un poco más prudente, porque loco sigo siendo). En Ella aprendí a amar. En Ella he tenido miedo y en Ella me he perdido y encontrado el rumbo.
Ahora acampo con mi familia y mis niñas, y a sus cuatro y cinco años, empiezan a contemplar lo que yo a mis dieciocho.
Y ahora, es inevitable la pregunta: ¿Papá cuándo vamos al Ávila?...
¡Cerro Ávila, Cerro El Ávila, Ávila, Cerro El Ávila!
Y gracias a Ilan, por esa canción, que, de alguna manera, sintetiza, no sé de qué manera, años de romance con mi Montaña, mi Amada, mi Ávila.
Ojalá fuera cuestión de nombres, ¡es cuestión de vida!
¡Gracias mil gracias a Dios por mi amada Montaña!

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ÁVILA: DECIMOQUINTA REFORESTACIÓN DE UNA MONTAÑA DE GENTE

Una Montaña de Gente con Don Félix Rotondaro (camisa de tres franjas horizontales)

Me levanté a las 5 de la madrugada, un poco a regañadientes por parte de mi humanidad. ¡Día sábado, con jornadas precedentes de jardinería muy intensas! Eso flotaba en el fondo de mi mente... Pero ya me comprometí en Facebook, ripostaba mi conciencia. No me dejaba amedrentar: Sin vacilar me fui al baño. De allí "corrí" a ponerme el vestuario de rigor. Un desayuno súper proteínico, preparado rápidamente. Le escribí una nota a mi mamá, metí los guantes en el morral, tomé el koala, agarré la cavadora y salí al pasillo del edificio, bajé las escaleras y, finalmente, me encaré con el nuevo día.

Me reía de mí mismo: "Un tipo, a estas horas del sábado, con una cavadora, caminando por una calle sola". Llegué al metro... Hacía memoria: "Te quedas en Los Dos Caminos, no en los Cortijos". Apenas bajaba el andén, llegó el tren. Estaba repleto, predije que era el de Zona Rental, aún así pregunté... Estaba en lo cierto. Gracias a Dios, el vagón que me tocó, tenía espacios que me facilitaron maniobrar con mi acompañante mitad acero, mitad madera y, por suerte, tan flaco como yo.

llegué al sitio a las 7 am, busqué gente ataviada como para subir la montaña. Nada de nada. Me preguntaba ¿si era delante del centro comercial o a la salida de la estación del metro? Desde mi cacharro (un viejo pero eficaz celular), me conecté a la internet, busqué Una Montaña de Gente (UMDG) y allí estaba el dato: "Delante de la estación..." Al rato, llamé a Cristina para decirle que ya había llegado. Ella me dijo, que venía en camino.

Llegó Cristina y sus hijos Zoe, Moisés y el pequeño Elías (que es todo un personaje). Cristina llevaba un cuaderno en el que anotaba, con un orden anglosajón (o japonés, si lo prefieren así), todos los detalles. Rápidamente concluí que de esa libreta salían las estadísticas que luego leemos en Facebook. Un grupo se dilató en llegar, así que Cristina nos envío adelante. Me fui con un grupo de chamos de UMDG. No paraban de bromear, de jugarse entre ellos, de reir, todo eso de manera muy sana. Por supuesto, yo también me sumé a las bromas o, más bien, al chalequeo que le hicimos a uno (creo que era Edgar, si no que me perdone), que pensaba que era Domingo.

llegamos a la entrada del Parque, allí conocí a Don Félix Rotondaro, quien sería homenajeado ese día, por sus dieciséis años de ininterrumpida labor de reforestación del Ávila. Subimos al guardaparques de Estribo de Duarte, éramos casi los primeros que llegábamos. Al rato, empezaron a subir camionetas de Inparques con gente y los equipos para el homenaje. Se soltó a llover fuerte, los hijos de Cristina llegaron en una 4 x 4 y ella, Cristina, un poco más tarde, a pie, en medio de la lluvia.

LLegó el Director de Inparques y la correspondiente comitiva. Se hizo el homenaje a Don Félix, luego el acarreo de arbolitos, la fila india respectiva y, finalmente, ¡por fin! en la parcela a reforestar. Los chicos y chicas de UMDG y yo, nos ubicamos en un área (aunque también hubo voluntarios de otros grupos). Me sorprendió mucho Ángel, que unos metros más abajo de mí, no sólo sembró sus árboles, sino que resembró otros muchos y hasta entutoró otros cuantos. También, un poco más a nuestra izquierda, estaban Edgar, Ariadna, Héctor y Yerry, que trabajaron igualmente con mucha intensidad, pero con divertidas bromas todo el tiempo. Le bromeaban a Shalimar, que no podía ayudarles, porque tuvo que ser medicada con toxoide, a consecuencia de un encuentro inamistoso con hormigas, que la picaron (de tal manera que su tobillo derecho y muñeca, creo que izquierda, se inflamaron).

Finalizada la jornada (fuimos los últimos en irnos), recogimos las bolsitas en que venían los árboles, regresamos a la casa del guarda y allí celebramos el cumpleaños de la Sra. Leonor. Su hijo, Yerry, de incógnito llevó dos magníficas tortas y fueron la base para cantar el "cumpleaños feliz" largo, corto y piadoso. ¡Todo un acontecimiento! ¡Mucho más de lo que podía esperar! Fue una jornada muy especial. Como ha de suponerse, bajamos a la Cota Mil para dirigirnos a nuestros hogares.

De regreso, no dejaba de pensar, en la experiencia: La jovialidad y cariño de todos esos jóvenes (por supuesto de los adultos, pero no eran muchos), su entrega, su alegría, sus sueños y esperanzas. ¡Fue, sin lugar a dudas, gracias a Dios, a una Montaña de Gente y a nuestro querido Ávila, mención especial a Don Félix Rotondaro, que donó todas las plantas que se sembraron, un día maravilloso!

Para ver más de esta Jornada:
http://www.facebook.com/album.php?aid=190437&id=581858191&ref=mf
http://www.facebook.com/album.php?aid=202455&id=754286169&ref=mf

Detalles:
  • Pido excusas por los nombres que omito. Es que no los recuerdo todos.
  • También, participaron en la Jornada Mariángel, Sabrina y Cristal, aunque no las nombro en el relato.
  • La foto de este artículo fue tomada del album de Cristina Vaamonde en Facebook (yo no llevé la cámara, que "está de viaje" con mi Señora e hijas).

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jueves, 12 de agosto de 2010

UN DÍA DURO PERO GRATIFICANTE

Fue una de esas intensas jornadas de jardinería, casi sin pausa: Limpieza de las orillas (es una residencia y de los pisos superiores "llueve" toda clase de desperdicios, que se suman a las ramas secas de las chamaedoreas seifrizii, mejor conocidas como palmas bambú), desmalezamiento intensivo (arrancado de raíz), empaquetado de los desechos, poda de la grama con ensayo de una nueva técnica para producir mulching o acolchado y ahorrarme la rastrillada de lo cortado, mientras agrego material potencialmente nutritivo para las mismas cespitáceas (el ensayo resultó exitoso), orillamiento, poda de la wedelia (especialmente, de la que había invadido atrevidamente el área de las tradescantias spathacea), siembra de abundantes tallitos de la misma wedelia, en áreas que me interesa cubrir, riego generoso. En el otro jardín de grama, la misma "receta", con la diferencia que en éste recogí recortes un poco más grandes y los utilicé como acolchado para la base de unas datileras "enanas" (Phoenix roebelenii), además, sembré en tierra firme unos singonios, que alguien abandonó en sus macetas rectangulares. Recogida de las herramientas y contemplación de la "metamorfosis".

Un día duro pero gratificante, sobretodo porque es un jardín que ha sido moldeado a "pulso", sin que hubiese habido una inversión especial. Así, que la recuperación de este jardín se ha realizado a fuerza de "reinvertir" todo el "capital" de las podas en él. Y los resultados: La sobrevivencia de la grama a la última gran sequía y el fortalecimiento de las "colonias" de arbustos ( Pseuderanthemum), que a mi llegada presentaban signos de debilitamiento, así como un aspecto general saludable y armónico.

Finalmente, contemplar y gozar: El jardín, al caer de la tarde, te regala los más hermosos matices... Con una llovizna incluida, que te hidrata con la mejor de las aguas, el gramado podado. Mejor, por oportuno, imposible.

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domingo, 8 de agosto de 2010

EL VIVERO IDEAL


Inicialmente, titulé este artículo: "La Odisea de Visitar un Vivero". Pero, casi inmediatamente, decidí escribirlo bajo una perspectiva, espero, más cargada de humor. A continuación, les presento "El Vivero Ideal".

El vivero ideal, es aquel que, de entrada, está bien ordenado, con las plantas, los materiales y accesorios para la venta, bien distribuidos. La mayoría de los viveros cumplen con esta característica.

En el vivero de ensueño, todos los ejemplares "en vitrina" tienen su respectiva identificación; es decir, un rótulo, bien presentado, con su nombre vulgar y científico, como signo de dominio, por parte del viverista y su equipo, para ayudar a los clientes en la adquisición de conocimientos botánicos elementales y, sobretodo, para llamar a las cosas (en este caso, las plantas) por su nombre.

En el vivero ideal, además, todas las plantas en venta, tienen su precio perfectamente visible, para evitarle al cliente hacer una medio maratón, con las idas y venidas, en el intento por preguntarle al empleado de turno qué costo tienen. Todo el personal es amable, diligente, no se molesta si el cliente tiene la necesidad de preguntar, para conocer mejor acerca de la planta o las plantas, en las que piensa invertir su dinero. Y, como resultado de esa superabundancia de buena voluntad y respeto hacia el visitante, los empleados son capaces de sonreír y hasta de llevar una agradable conversación, por supuesto, sin caer en familiaridades.

Sí, en el vivero de nuestros sueños, te atienden por igual, llegues a pie (lo que indicaría, que no vas a hacer una compra grande, aunque, a veces, las apariencias engañan), llegues en un perol de mil batallas, o en una reluciente "nave". Y, aunque finalmente no compres ni tan siquiera una bolsita de tierra, igualmente te despediran con: "Muchas gracias por su visita, vuelva cuando guste".

Más aún, el vivero ideal tiene una página web o un blog, que realmente es útil para cuando necesitas saber si éste tiene tal o cuál producto, o especie botánica. Pero, de no ser así, puedes llamar con toda confianza, que por teléfono, además de atenderte tan amablemente como en persona, te darán toda la información que necesites, o, al menos, intentarán responderte con la mayor eficacia posible.

En el vivero ideal, tú no amarras las bolsas de tierra, porque el empleado de turno es descuidado o perezoso. Tampoco el dueño te grita, si se te ocurre tomar algunas fotos con el celular a determinadas plantas, sino que él mismo se ofrece a sacarte de la duda -si es que no se han colocado los respectivos cartelitos- y te ahorra el que tú busques en casa sus dichosos nombres.

Saben de qué te hablan. En el vivero ideal, no se les ocurre "meter" a los pájaros entre las "plagas del jardín", en su publicación web; y suelen ser equilibrados, a la hora de aplicar el calificativo de "plaga", a los habitantes del vergel (cosa que no es fácil). Tampoco tienen un doble discurso: Es decir, se presentan como protectores del ambiente, pero luego sus anaqueles están repletos de herbi-fungui-plaguicidas sintéticos y de dudosa reputación en lo que al cuidado del ambiente y sus criaturas se refiere.

Finalmente, en el vivero ideal, te venden tierra preparada de verdad verdad, no aserrín o madera verde pseudodespedazada, mezclada con otros materiales orgánicos a medio descomponer (más trozos de tela, plástico, vidrio, que a veces se cuelan). Estos residuos de madera verde, luego requerirán de grandes cantidades de nitrógeno de tu jardín para ser descompuestos (y empobrecerá en términos de nutrientes a éste), o se convertirán en una especie de masa pastosa, al ser humedecidos, e impedirán el buen drenaje, lo que facilitará la pudrición de las raíces, sobretodo en las macetas. En el vivero ideal, una vez eliminados los restos de los desechos elaborados de la mezcla, te lo venderán como "material para mulching o acolchado" y te harán la salvedad: "No es abono".

Posiblemente, se nos escapen algunos detalles. Pero básicamente, estas son las líneas maestras del vivero ideal, para que sea sobretodo más humano. Sí lo conoces, escríbenos y pasaremos la voz.

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viernes, 6 de agosto de 2010

NÚMEROS QUE CANTAN: JULIO 2010


Nuevamente, Jardinería e Imagen, en sus dos presentaciones (Blogspot.com y Facebook), experimenta un crecimiento sostenido:
  • En julio, sumamos 7.812 visitas generales (a 5 de agosto tenemos 8.025) y 30 "seguidores", siete más que en junio.
  • Por su parte, Jardinería E Imagen Facebook, llegó a más de 560 amigos (a 6 de agosto: 585), en relación a los 435 de junio. Cabe destacar, que desde hace muchos meses, tenemos la "política" de no acrecentar el número de amigos en Facebook de modo directo, sino por el interés, en nuestro sitio, de los amigos de nuestros amigos. Así, que este aumento se ha dado gracias a quienes han solicitado nuestra "amistad" en Facebook.
Nuevamente, le agradecemos a nuestr@s queridísim@s lector@s su interés y fidelidad. ¡Muchas gracias a tod@s!

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