domingo, 15 de agosto de 2010

ÁVILA: ¡¡¡QUÉ COSA...

Esa montaña se me ha metido en el corazón!!!


Crecí, casi sin darme cuenta, con Ella como telón de fondo.
Progresivamente, en la misma medida, que la reconocía, la amé.
Empecé a jugar en sus faldas, aquellas que acariciaban a mi bella Macuto.
Subía por sus cerros, corría por entre sus cujíes y cactus. Sus espinas, no me podían hacer nada, porque me había hecho amigo de la Montaña.
Me deslicé por sus quebradas, salté de roca en roca. Rocas como grandes platos. Y bajaba, sin saber adónde llegaría. Y, finalmente, llegaba a algún alcantarillado de mi bella Macuto.
Luché por conocerla más. Luché por entrar a ella, hundirme en sus brazos de matrona regia.
Luché contra los miedos de mi madre, que desconfiaba de su sobrecogedora grandeza.
Luché y vencí, y la caminé. Fue una locura, la subía a cualquier hora, incluso con el sol achicharrante del mediodía.
Pasé de la caminata serena al trote y la reté... Y ella se dejó ganar algunas veces. Y me sentía un titán.
Luego, empezó el enamoramiento, el subyugamiento.
Dormí en su regazo, me mostró sus estrellas, aquellas que le acompañan en las largas y frías noches.
Me seguí enamorando, me seguí adentrando.
Ella me abrió sus senderos, me mostró sus musgos, sus helechos entre las piedras, sus pinares, su bosque caducifolio, sus bosques de galería, su bosque nublado, su páramo (técnicamente: Subpáramo).
Recuerdo, que a los 17 años, para impresionar a una novia, le describí en una carta, una ficticia excursión a la Montaña. Y no era mentira, ficticia porque realmente no había hecho la excursión, pero... ¡Era mi sueño, mi anhelo! ¡De tanto soñarla, podía describirla perfectamente!
Y cuando empecé a subirla, más y más y más, la vi de nuevo... ¡Era mi relato a esa novia! ¡Era verdad, sus musgos, sus helechos entre las piedras, sus pinares, su bosque caducifolio, sus bosques de galería, su bosque nublado, su páramo!
¡Galipán, Los Venados, Mirador La Zamurera, La Silla, Lagunazo, Pico Naiguatá, Pico Oriental y Occidental, La Fila! ¡Wao y re-wao!
Acompañarla en las noches, arroparme en su suelo, bañarme en sus aguas con el frío cortante ¡Y de noche!
Y quise mostrarle mi Amada a otros, y organicé excursiones y acampadas con chamos y más chamos. Y, entonces, otros empezaron a vivir mis amores con la Montaña. Esa Montaña, no otra.
No sé explicar este amor, esta pasión, esta devoción por Ella.
Pero la río, la lloro, la sufro... ¡La amo!
Y yo, un marino, no puedo vivir sin mi Montaña...
He visto sus árboles cargados de orquídeas. Ahora sé que eran cattleyas mossiae. ¡Qué espectáculo!
¡Su manto de nubes contemplado desde el Naiguatá, subir el Oriental desde el este de la Fila Maestra, bajar por el Oriental, como cabra, hasta la Cota Mil!
¡Loco, mil veces loco!
!Quedarme sin agua y comida en acampadas, pasar una mega tormenta (aguacero, rayos, truenos y vientos) en el Pico Goering, en una noche cerrada y precipicio de lado y lado. Y levantarme en la mañana y ver el cielo azul como nunca y a Caracas de un lado y al Mar Caribe por el otro. Subir por Caracas y bajar por Macuto, subir por Macuto y bajar por Caracas! ¡Wao y mil veces re-wao!
¡Qué más te puedo decir! ¡Miles y miles de cosas más!
Pero hay otras que se me escapan... Las del alma.
En Ella aprendí a hablar con mi Señor Dios. En Ella me hice fuerte y prudente (bueno, un poco más prudente, porque loco sigo siendo). En Ella aprendí a amar. En Ella he tenido miedo y en Ella me he perdido y encontrado el rumbo.
Ahora acampo con mi familia y mis niñas, y a sus cuatro y cinco años, empiezan a contemplar lo que yo a mis dieciocho.
Y ahora, es inevitable la pregunta: ¿Papá cuándo vamos al Ávila?...
¡Cerro Ávila, Cerro El Ávila, Ávila, Cerro El Ávila!
Y gracias a Ilan, por esa canción, que, de alguna manera, sintetiza, no sé de qué manera, años de romance con mi Montaña, mi Amada, mi Ávila.
Ojalá fuera cuestión de nombres, ¡es cuestión de vida!
¡Gracias mil gracias a Dios por mi amada Montaña!

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2 comentarios:

Marta Guerrero dijo...

Ese cerro, el Avila... ¡¡¡También se ha metido en mi corazón!!! Sus laderas
con verde hierba y ásperos cactus, las estrellas del cielo a su lado, las cascadas... Todo ese patrimonio natural.

Karen Aguiar dijo...

Awwwwwww ¡¡¡¡¡GRACIAS!!!!! =''')