
Han pasado dos meses y, como suele ocurrir, la efervescencia ha bajado bastante. De tal modo, que no ha sido proporcional el número de los miembros de los grupos en Facebook, que se cuentan por miles, por citar un caso, y los que efectivamente han participado en las dos jornadas programadas para recoger desechos, tanto en la Cota Mil, el pasado domingo 16 de mayo, como ayer sábado 22, en el Sector La Julia-Edén (Ver el reporte de Cristina Vaamonde). Entiendo, que para el sentir de muchos, es más amable la siembra de arbolitos. Más ingrato afectiva y realmente, nos puede resultar recoger desechos chamuscados (y bajarlos a cuestas unos cuantos kilómetros más abajo), e incluso recolectar y clasificar semillas. Sin embargo, estas son actividades previas muy necesarias para asegurar el éxito de la futura reforestación. Es lo que hacemos en nuestros jardines domésticos: Recogemos los desechos sólidos, rastrillamos, aflojamos el terreno, abonamos y luego sembramos. En el caso del Ávila/Waraira Repano, el que se trate de un terreno silvestre, no significa que obviemos toda esta labor, más aún si es un terreno que ha sido seriamente lesionado por un voraz incendio.
Esperemos, que para las próximas actividades, sean cuales sean, los voluntarios reales sean tantos como los virtuales, para llegar más lejos y para que el esfuerzo (normalmente muy duro) sea mayoritariamente compartido.
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3 comentarios:
¿Sabes? ojalá viviera yo en Caracas. De algo estoy convencida, porque quién me conoce mejor que yo misma, pasaría al menos dos veces por semana a rescatar uno que otro desperdicio, que de seguro van a estar en las cercanías de este glorioso parque. Me siento responsable, primero porque soy una mujer comprometida con el ambiente, y segundo, porque soy venezolana. Muy buena nota mi estimado, yo sigo aquí, trabajando duro en nuestra Fundación, que da sus primeros pasos en Valencia. ¡Saludos verdes!
¡ATENCIÓN A ESTAS REFLEXIONES Y PERTINENTE LLAMADO!
Excelente reportaje, Tenemos que crear conciencia y devolverle al Avila un poquito de todo lo que nos ha dado en nuestra vida como caraqueños...Tanto esplendor, belleza, magia y complicidades infantiles merece su recompensa.... Pienso..que una de las primeras cosas que vi en mi vida, fué esa mágica montaña cuando mi mama me llevaba al kinder en Los Palos Grandes.
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