No concibo la educación ambiental de otro modo que no sea "llenarse" de la naturaleza, de sus plantas, sus animales, sus ecosistemas, sus variaciones climáticas, su topografía. No (y perdonen los "no") hablo de una actitud mística, sino vivencial y, si cabe, silvestre. Es lo que los niños de todos los tiempos saben y hacen de sobra: ¡Caminar sobre los charcos, bañarse bajo la lluvia, teñirse de pantano, ensuciarse con tierra, perseguir a una lagartija, hurgar entre las matas, "pescar" renacuajos! Eso, que para muchas mamás es un dolor de cabeza, es, en buena parte, con una guía bienhumorada y razonablemente flexible, lo que templa el alma, minimiza los miedos y, a mi entender, los prepara para ser combativos y fuertes frente a la vida. Un niño puede , llorar, rabiar, sentarse en señal de protesta, cuando sube a la montaña, pero, al igual que los adultos, cuando llegué al final del camino, se gozará de haber vencido esa vez. Pero además, aprenderá que todo lo que vale cuesta siempre un esfuerzo.
Interactuar con plantas y animales diversos en su ambiente, le ayuda al niño a salir de la virtualidad, de la artificialidad citadina, pero más importante aún, le hace comprender que no está solo, que comparte el mundo con innumerables criaturas. El entrar en contacto con plantas y animales en libertad (si, además, antes las ha visto en los libros o en videos), le llena de la gran satisfacción del descubrimiento: ¡Son pequeños Humboldt o Bonpland, sin tener que envidiarle nada a estos, porque en realidad, a su edad, son grandes descubridores de especies (figúrense a un niño de cuatro años que por primera vez observa a una oruga comer o moverse)! ¡Dormir en una carpa sobre el suelo rudo, ver la luna llena más allá de las copas de los árboles en medio de la noche! ¡Más aún, caminar de noche y escuchar las "melodías" del reino animal y vegetal! Todo esto es espectacular. ¡Sí, es el espectáculo de la Creación en vivo, sin intermediarios! ¡Sólo él o ella, o ellos y ellas, con la naturaleza!
Interactuar con plantas y animales diversos en su ambiente, le ayuda al niño a salir de la virtualidad, de la artificialidad citadina, pero más importante aún, le hace comprender que no está solo, que comparte el mundo con innumerables criaturas. El entrar en contacto con plantas y animales en libertad (si, además, antes las ha visto en los libros o en videos), le llena de la gran satisfacción del descubrimiento: ¡Son pequeños Humboldt o Bonpland, sin tener que envidiarle nada a estos, porque en realidad, a su edad, son grandes descubridores de especies (figúrense a un niño de cuatro años que por primera vez observa a una oruga comer o moverse)! ¡Dormir en una carpa sobre el suelo rudo, ver la luna llena más allá de las copas de los árboles en medio de la noche! ¡Más aún, caminar de noche y escuchar las "melodías" del reino animal y vegetal! Todo esto es espectacular. ¡Sí, es el espectáculo de la Creación en vivo, sin intermediarios! ¡Sólo él o ella, o ellos y ellas, con la naturaleza!
"¡Papá vamos al Ávila!" Era el clamor de mis pequeñas, desde hacía bastante tiempo. Sobretodo después de los incendios forestales. "¿Papá cuándo vamos a ir al Ávila?", insistía la más pequeña. Por fin, el sábado 22 de mayo subimos. Y no se cansaron de correr, explorar, descubrir y hasta pelear con la madre naturaleza (la más pequeña no dejo de reñir con los moscos que continuamente se le pegaban en la cara). Alimentar a las guacharacas fue lo máximo, sólo superado por el baño en el "Tanque" (vía al "Mirador", Sector "El Edén").
Vieron las zonas quemadas: "¡Papá súbeme, yo quiero ver!". Yo les dije que esa parte era lo que se veía desde nuestra casa cuando se quemaba. No pudimos llegar, por la hora, a las áreas arrasadas por el fuego. Pero, sé que en su sensible alma ya pueden conocer la diferencia entre la destrucción y la vida.
Educación ambiental: Lo importante, a mi entender, es que comprendamos y ayudemos a que los niños comprendan, que, la naturaleza es un gran regalo de Dios, del que nos servimos, pero a condición que le devolvamos agradecidamente. Y eso incluye amarla y respetarla (algo muy distinto a saquearla).
Finalmente, ya en casa, las niñas no paraban de decirle a la abuela todo lo que habían vivido, especialmente lo de las atropelladas guacharacas. Vida + vida + vida...
5 comentarios:
¡MARAVILLOSO! A plenitud.
¡ESPECTACULAR TU BLOG AMIGO!
¡TE FELICITAMOS POR TU MENSAJE Y TU EJEMPLO!
UN ABRAZO.
¡Hermoso reportaje amigo Argenis! La familia y el ambiente es y debe ser solo uno: convivencia total, conservación y educación hacia las nuevas generaciones para que cuiden el hogar planeta! Abrazos para ti y tu linda familia, Dios los cuide!♥
Qué bonito enseñando un mundo positivo a tus hijas, como debe ser. Hay todavía una Venezuela linda.
Está muy bueno el artículo. Muy formativo, invita a las personas a subir a nuestro querido Parque en familia. ¡¡Felicitaciones por la labor!!
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