domingo, 4 de julio de 2010

"¿VECINA, :) ME REGALA UN GAJITO?"

Hace poco, hablaba con una encantadora abuela (más de setenta años vividos); y ella me relataba como, en la todavía Caracas de los techos rojos, cuando no había viveros, se propagaban, de casa en casa, las plantas ornamentales. Simplemente, las vecinas se regalaban semillas, tallitos (esquejes) e hijuelos. Describirlo puede ser muy divertido: Llegaba de visita Doña Carlota, a casa de Doña Dolores, y quedaba prendada de unos hermosos novios* en flor. Acto seguido, hacía un generoso piropo y, con toda delicadeza, hacía la pregunta de rigor: "Hay Dolores, ¿me regalarías unos gajitos (tallitos)?", a lo que su interlocutora respondía con una espléndida sonrisa: "¡Hay Carlotica, no faltaba más!". Y prontamente, aquellas manos diestras para la jardinería, seleccionaban, no uno o varios esquejes (por no ser el momento oportuno), sino un vigoroso hijuelo capaz de soportar con éxito el cambio de hogar. Así, los jardines domésticos de aquella apacible Caracas, se enriquecían y hermoseaban continuamente. También me contaba la abuela, que las señoras de aquel tiempo, usaban vestidos con grandes bolsillos, en los que metían, durante sus frecuentes caminatas, tronquitos o ramitas, que arrancaban con mucho cuidado. Al llegar a casa, los colocaban en un recipiente con agua para que enraizaran. De esta otra manera, la diversidad botánica de los jardines se acrecentaba. No dudo de la gran pericia jardinera de nuestras abuelas y abuelos (porque más de uno se aplicaba). Pericia, que, en la tradición oral, se conoce como tener "buena mano" para las plantas.

Hoy día, nisiquiera el concreto, el asfalto y una manera de vivir con cierto atropellamiento, han borrado de nuestra sociedad caraqueña la costumbre de pedir y regalar "tronquitos" e "hijitos" de las plantas a nuestros vecinos, ni tampoco la de tomar esquejes de los jardines, aunque posiblemente no con el cuidado de nuestras abuelas. La gran diferencia, es que ahora sí hay una próspera red de viveros. Sin embargo, todavía para muchos caraqueños y caraqueñas, nunca habrá planta más bella, como la que cuida con tanto amor la vecina. Así, que no nos sorprenda escuchar en pleno siglo XXI: "¿Vecina, :) me regala un gajito?"
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*Pelargonium sp.

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3 comentarios:

Maria Alicia Valls dijo...

Hermoso relato, me hizo recordar la infancia en el jardín de mi abuelo, que, a pesar de ser médico, ¡tenía el mejor jardín del mundo!. Ahí supe sacar semillas de onoto y probar la semilla de guamo, del tamarindo directo de la rama, o la naranjita china... o un aguacate de concha dura, y mango de bocado e hilacha, sin olvidar las pomagás, granadas y otras tantas que, de no haberlas visto más nunca, olvidé su nombre, pero siempre recordaré su sabor, su olor... Cuánto extraño a mi abuelo.

¡Infinitas gracias por esta anécdota de antaño!

Bolieche dijo...

Eso es verdad, y aún hoy día todavía se practica solo que en pequeñas ciudades y pueblos... por lo menos yo lo hago aquí, a mi suegra y cuanta señora pueda pedirle un "gajito" o rama, semilla o la planta entera para sembrarla en mi casa! ;)

ƸӜƷ dijo...

Desde chica no me llamaban la atención las plantas, aunque a los mayores de mi familia sí, hasta que un alumno me regaló una para el día del maestro y empecé a darme cunta que cada vez que la veía o regaba me acordaba de él. Desde ese momento comencé a pedir gajitos e interesarme por las plantas.Muchos comentan como el relato que tengo "buena mano" para ellas.
Vivo en Ezpeleta partido de Quilmes, Argntina. En los alrededores hay muchos viveros y mi mayor alegría es que mediante un gajo o una semilla crezca una nueva plantita.