El Ávila, visto desde Catia (Oeste de Caracas)
El Ávila, desde Artigas (Suroeste)
Al recorrer mentalmente, el hoy Estado Vargas, me doy cuenta cuan arraigada está la cultura indígena en nuestras vidas. Si cruzamos la imponente montaña por el Camino de Los Españoles, desde Quenepe, llegaremos a Caracas, cuyo nombre es indígena, pero además tenemos, en
El Ávila: Altamira (Este)
Por eso, consciente de que no hay ningún rollo racial-etimológico, me quedo con el nombre Ávila, para mi querida montaña. No tengo nada contra el término Guaraira Repano, pero no me dice nada. Esa palabra, para nada me evoca el reto de mi primera subida a San José de Galipán, mi primera acampada en Rancho Grande, mi primera “guerra” con barro en el río de Galipán, o mi primera “duchada” en Lagunazo, o mi primera subida y bajada en un día (aunque Ud. no lo crea) al Pico Naiguatá (¡que tiempos aquellos!), o mi primera acampada familiar en Los Venados. En cada uno de estos acontecimientos de mi adolescencia, juventud y adultés, ha sido El Ávila la montaña de mis aventuras, de mis sueños, de mis cansancios y de mis amores. Es ella, con ese nombre, el que está grabado en mi corazón y en las estrías de mis músculos. Todo eso, está magistralmente plasmado en la canción de Ilán Chester: “Cerro El Ávila” (que, desde hace más de un par de años, es el ringtón “oficial” de mi celular. Y es que esta canción encierra para mí todo un mundo de maravillosas vivencias). Y eso, va más allá de una moda, de un decreto. Es algo “genético-existencial”. Por esto y otras muchas razones más, para mí: Ávila, siempre Ávila.
Es Ávila visto desde Campo Alegre (Este)
El Ávila, desde Chacao (Este)
El Ávila visto a la altura de la Urbanización Santa Rosa de Lima
Quiero compartirlo
1 comentario:
También me encanta el Ávila y tanto, tanto, tanto, tanto, tannnntooo, que le hice una canción.
Gracias por las imágenes.
Publicar un comentario