A la frecuente visita de pájaros en el vivero, se le ha sumado un nido. Y en el nido: ¡Dos polluelos! Durante todo el día, sus padres van y vienen para darles su alimento. El piar de los vástagos, en reclamo de su alimento, se puede escuchar en el apartamento. Así, que si juntamos el verde del vivero, el canto de los nuevos inquilinos y el de sus pequeños hijos, por momentos, uno puede tener la sensación de encontrarse en medio del campo (aunque en realidad se esté en medio de un desierto de asfalto y concreto). Son las ventajas de "aliarse" con la naturaleza.
Los dos polluelos, en plena faena de petición de comidaQuiero compartirlo
No hay comentarios:
Publicar un comentario