viernes, 25 de diciembre de 2009

25 de diciembre: ¡Feliz Navidad!

Así es: 25 de diciembre. Místicamente nos ha Nacido el Salvador, el Mesías, el Señor, Dios con nosotros. C-o-n n-o-s-o-t-r-o-s, porque es Dios hecho Hombre, hecho Niño, para hacerse cercano a cada hombre y mujer, para poder caminar junto a los hijos de Adán, para asumir la realidad de la filiación humana, porque verdaderamente es Hijo de María, la Virgen. Este es el Misterio de la Navidad. No hay otro... Sólo en el Pesebre, desde hace tres milenios, los corazones se enternecen, suspiran, hacen buenos y hasta heroicos propósitos, se reconcilian. Realmente el Niño Jesús trae los regalos de Navidad... Si Él no hubiese Nacido y subido al Gólgota (la Cruz), nadie celebraría nada ni regalaría nada, o simplemente navegaríamos por los mares de la incentidumbre de unos tales "espíritus", "hadas" y "gnomos" de fábula.

Aquí no hay fábula alguna. Esa Noche, hace más de dos mil años, hubo realidad humana y divina: Un largo y duro camino de más de 200 kilómetros, un hombre haciéndolo a pie, y una Mujer en el lomo de una dócil bestia (te imaginas la Noche de Navidad haciendo tú este recorrido). Y al llegar al sitio determinado por el poder central (el César), no encontrar un sitio para dar a luz con el mínimo de comodidades: Sin una cama, peor aún, sin intimidad... Hasta que alguien ofreció... ¡Un establo! ¡Un pesebre! (un comedero de animales de corral). Pero el Cielo, se unio a la tierra, para que nada quedara oculto ¡porque era el inicio de la Fiesta de nuestra Salvación! Y los ángeles proclamaron el Misterio... A los más pobres, a los olvidados. Y ellos, sin complicaciones se llegaron al "Pesebre" y contemplaron el Misterio: A Jesús, María y a José. ¡Eso es Navidad!

Navidad.. Nada que ver con esos eslogan tan repetidos en estos últimos tiempos, que si la Navidad es bienestar, porvenir, amistad... (hasta aquí los adjetivos de cierto color espiritual, que si bien son loables, no agotan el verdadero sentido de la Navidad); para pasar a lo meramente material: Una "credit card", "one phone movil" (de última generación), y pare Ud. de contar.

Cada año pareciera que la verdadera Navidad queda oculta entre la neblina de la increencia, la fábula, la superstición, la frivolidad, la superficialidad (tan a flor de piel en nuestros tiempos), pero la verdad, es que, a pesar de la "neblina", cada Navidad se me parece cada vez más a aquella primera Navidad: Simple, íntima, escondida, presente, evidente sólo para las almas sencillas, piadosas... Como la de aquellos desconocidos pastores que acampaban al descampado. Como aquella desconocida Familia, una entre tantas, que no tenían, aparentemente, el poder de la voz de los césares y magnates de aquel entonces. Hoy como "ayer", Jesús nace en medio de una Misa de Gallo con unas pocas personas que se atrevieron a salir de sus casas, mientras otras compraban, bailaban, tomaban, sin percatarse del Misterio... Jesús nace en el corazón de aquellos niños que consideran una victoria y una alegría que el Niño nazca; Jesús nace en el pesebre del barrio hecho con cariño y amor cristianos (no sólo por tradición), en las cartas de todos los niños que esperan con fe que el Niño les deje el regalo de Nochebuena; Jesús nace en el deseo (saludo) de "Feliz Navidad" hecho a desconocidos, porque se es conciente que Jesús ha Nacido... En la cena de Navidad de tantas y tantas familias, hecha con sentido cristiano (porque ha Nacido el Niño Dios).

Para terminar, sólo queda una cosa: Queridísimos familiares y amigos (entre los que se encuentran, por supuesto, mis clientes y lectores de los blogs), que la Sagrada Familia: Jesús, María y José, en medio del Gran Misterio de la Navidad del Señor, les colme de bendiciones en unión con sus maravillosas familias.

P. D.: Muchas gracias a todos los que se han acordado de mi familia y de mí delante del Pesebre.

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